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Catacumbas Romanas
Las catacumbas eran enormes cementerios
subterráneos, de varias plantas, usados por
las comunidades cristianas y hebraicas para
enterrar a sus muertos. No es verdad lo que,
lamentablemente, se muestra en muchos filmes
indicados como ‘históricos’, vale decir que las
catacumbas se usaran como cementerios secretos.
Los romanos conocían perfectamente su existencia
y cuáles eran las entradas de las catacumbas pero,
aun en momentos de persecución, respetaban los
cementerios. La necesidad de excavar más plantas
de galerías se debió al alto costo de los terrenos,
al deseo de custodiar los restos de los numerosos
mártires muertos durante las persecuciones y al
deseo de ser inhumados junto a ellos.
El cementerio cristiano de San Sebastián, en la
Appia Antica, fue excavado alrededor de una amplia
cavidad arenaria y se lo llamó Ad Catacumbas
(del griego katá kumbas = cerca de la cavidad).
Sucesivamente, este término se aplicó a los otros
cementerios.
En las Catacumbas de San Sebastián se entra a
través de la pequeña basílica dedicada al oficial
cristiano de la guardia pretoriana, martirizado
a fines del siglo III, bajo Diocleciano, y enterrado
por la matrona Lucina en la catacumba que se
encuentra debajo. La fachada, de Giovanni Vasanzio,
se caracteriza por un pórtico con tres arcos sobre
columnas jónicas apareadas de granito. Su interior
es famoso por el cielo de maderas cromáticas
(hecho en base al diseño del mismo Vasanzio) sobre
el cual está tallada la figura del mártir.
Catacumbas
de San Sebastián
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