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« Fuentes de Roma
              Roma es un alborozo de aguas y de fuentes. Desde las más espectaculares,
              de mármol, a las más sencillas, cilíndricas, en hierro fundido, que los romanos
              llaman ‘nasoni’ (narizotas, narigones) a causa de su característico pico largo y
              curvo (trompa o grifo). En todas las plazas de Roma hay, por lo menos, una fuente.
              Entre las más fastuosas seguramente está la Fuente de Trevi, cuyo nombre se
              debe al antiguo trivio (cruce de tres calles) en que se abre el espacio donde se
              encuentra. Es una obra del Settecento de Nicola Salvi que representa al dios
              Océano en un carro tirado por caballos marinos. La fuente se inmortalizó en las
              películas Tre soldi nella fontana (Tres monedas en la fuente), Vacanze romane
              (La princesa que quería vivir) y La dolce vita. Todos los que visitan la ciudad de
              Roma saben que poniéndose de espaldas a la fuente si se lanza una moneda en
              la pila de la fuente (en el momento de irse) la persona se asegura la protección
              de las aguas (que la cultura de la antigüedad consideraba la sangre de la tierra)
              de la Ciudad Eterna, lo mismo que el regreso a la espléndida metrópolis. Es una
              costumbre antiquísima, pues los romanos que dejaban su casa para emprender
              un largo viaje solían lanzar una flor, un pedacito de oro, o una moneda, en el pozo
              o en la fuente de la casa para garantirse el regreso.
              La Fuente de la Barcaccia (o de la Barcaza), en la “Piazza di Spagna” es obra
              de Gian Lorenzo Bernini y de su padre Pietro, para Urbano VIII Barberini. Esta
              fuente tan especial, casi ‘hundida’ en la plaza, haría alusión a una barcaza que allí
              se encalló durante la inundación del Tíber en 1598, a causa también de la baja
              presión del agua existente en la zona.
              La Fuente de las Tortugas, en la plaza Mattei, muestra a cuatro jovencitos
              ayudando a abrevarse a las tortugas en la pila superior. Fue realizada en base a
              un diseño de Giacomo Della Porta, con esculturas de Taddeo Landini.
              La Fuente del Tritone (del Tritón), en la plaza Barberini, es de Bernini por encargo
              de Urbano VIII. El artista sólo tenía a disposición una limitada cantidad de agua
              y solucionó el problema como solamente el ‘Genio del Barroco’ habría podido
              hacerlo. Un Tritón, deidad marina mitad hombre y mitad pez, sopla en una conchilla
              y de ella mana el agua que vuelve a caer sobre el Tritón, sobre dos anchas valvas
              de conchilla, sobre las grandes abejas del escudo papal y sobre los delfines.
              La Fuente de las Naiadi (Náyades), las ninfas de las aguas, en la Plaza “della
              Repubblica” (los romanos siguen llamándola con su antiguo nombre de “Piazza
              dell’Esedra”) es obra de Alessandro Guerrieri. La estatua de bronce en el centro
   »representa a Glauco, el dios del mar hijo de Poseidón. Los grupos broncíneos de
              las ninfas son obra de Mario Rutelli. La fuente se inauguró en 1911.

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