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Miguel Ángel, ojos siempre mirando hacia lo alto. Miguel Ángel prefirió empezar la pintura de
bóveda de la Capilla Sixtina, la bóveda a partir del gran portal de acceso pues así no molestaba al Pontífice
Creación de Adán durante las Funciones Eucarísticas que tenían lugar en el altar situado en la parte
opuesta de la Capilla.
Terminados los episodios de la Embriaguez de Noé y del Diluvio Universal (que
se habrían transformado en los últimos en el orden cronológico de la Creación),
Miguel Ángel comprendió que los personajes bíblicos, vistos desde abajo, habrían
parecido demasiado pequeños, por lo que comenzó a agrandar todas las figuras.
Obsérvese que la segunda parte de la bóveda de la Sixtina, pintada cuando Miguel
Ángel estaba completamente solo, tiene un aspecto majestuoso y dominador.
El escultor se había transformado, por sí mismo, en el más grande pintor del
Renacimiento.
Según la descripción bíblica, los episodios representados en los frescos de la
bóveda, entre las poderosas figuras de Ignudi (la expresión en pintura del vigoroso
Torso del Belvedere), representan: la Separación de la luz de las tinieblas, la
Creación de los astros, la Separación de la tierra de las aguas, la Creación de
Adán, la Creación de Eva, el Pecado Original y la Expulsión del Paraíso terrenal, el
Sacrificio de Noé, el Diluvio Universal, la Embriaguez de Noé.
A los lados están representados los Profetas del Antiguo Testamento y las
Sibilas paganas que preanunciaron el nacimiento de Jesús. En los lunetos que se
encuentran debajo aparecen a los Antepasados de Jesús.
“Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”. Sin duda, la espléndida
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