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Rafael,             fácil reconocer en él el retrato de Miguel Ángel pintado por Rafael imitando el
Incendio del Borgo  poderoso estilo miguelangelesco. Rafael lo añadió en 1511, cuando por primera
                    vez pudo entrar a la Capilla Sixtina y contemplar el nuevo, intenso fresco.
                    Inmediatamente después, Rafael pintó, con la colaboración de sus discípulos, la
                    Estancia de Heliodoro atesorando ese estilo vigoroso. La Estancia del Incendio
                    del Borgo fue decorada a fresco, casi totalmente, por la escuela de Rafael (a la
                    muerte de Bramante, el maestro había sido nombrado arquitecto de la “Fabbrica
                    di San Pietro”). Sobre una de las paredes se recuerda el incendio ocurrido en el
                    barrio llamado de Borgo, de frente a la Basílica de San Pedro, cuando era papa
                    León IV (siglo IX). El sumo pontífice, asomado a la “Loggia della Benedizione” (o
                    Balcón de la bendición) de la antigua basílica, viendo a la población del Borgo
                    aterrorizada, pidió ayuda al cielo y, según el Liber Pontificalis, con un amplio gesto
                    bendiciente logró extinguir las llamas. Sobre el fondo se ve la más completa
                    representación de la fachada de la primitiva basílica de San Pedro. Sobre la pared
                    izquierda se nota que los alumnos de Rafael quisieron establecer una relación
                    entre el incendio de Borgo y el de Troya: a la izquierda se reconoce fácilmente a
                    Eneas, a Anquises y a Ascanio que abandonan la ciudad de Príamo.
                    Un hecho curioso. Nótese escrito en latín debajo de la “Loggia de la Bendición”:
                    LEO – PP – IIII, dedicada a León IV, el papa del Milagro. ¿Hay un error?
                    No, en la Roma de los primeros siglos en número 4 se escribía con cuatro I,
                    como entre los etruscos, sólo más tarde se inventó el IV. Leyendo los grandes
                    números romanos esculpidos sobre las entradas del Coliseo también se
                    observará el número IIII.
                    Si tenéis un reloj pulsera o uno de casa con números romanos, veréis cómo
                    está escrito el 4. Siguiendo la antigua tradición, está escrito IIII. ¡Casi nadie se
                    da cuenta!

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