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Miguel Ángel,
Piedad;
abajo, tumba de
Juan Pablo II
tenía sólo 6 años. Es imaginable que el artista haya querido representar en el
rostro de la Virgen las facciones de su adorada joven mamá.
Es una obra admirable por la increíble ternura que Miguel Ángel supo infundir
en la expresión triste de la Virgen y por la técnica perfecta del labrado que
confiere blandura al magnífico mármol de Carrara esculpido en un bloque único.
Con motivo de la Exposición Universal de 1964, la estupenda escultura se
trasladó por unos meses a Nueva York, enviada como
mensajera de fe y de arte.
En 1972, en Roma, un demente, asestándole quince
martillazos, estropeó el lindísimo rostro de la virgen
y mutiló su brazo izquierdo. Los expertos del Taller
de Restauración del Vaticano realizaron un trabajo
de reconstrucción tan perfecto que resulta imposible
notar los efectos del acto vandálico. La obra maestra
hoy se encuentra en la Capilla del Crucifijo (su lugar
desde 1749), protegida por una espesa hoja de cristal
blindado.
En las Grutas Vaticanas se halla la reciente tumba de
Juan Pablo II. La gran lápida de mármol de Carrara, con su nombre en latín y las
fechas de su pontificado, está colocada directamente en el suelo, sin sarcófago.
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