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Museos Vaticanos
     Los Museos Vaticanos alojan la mayor colección
     arqueológica del mundo y es donde se encuentra la más
     grande concentración de obras maestras y de documentos
     que ilustran más de 3700 años de historia y de arte del
     mundo, desde las tablillas con caracteres cuneiformes de
     Babilonia hasta nuestros días.
     En el Patio Octágono se encuentra la obra maestra de la
     colección arqueológica: el espléndido grupo del Laocoonte,
     original griego del siglo I d.J.C. esculpido por el artista de
     Rodas Agesandro y por sus hijos Atenodoro y Polidoro.
     Representa al sacerdote de Troya que había comprendido
     el engaño escondido en el enorme caballo de madera
     abandonado por los griegos fuera de las murallas troyanas
     y se había opuesto a entrarlo en la ciudad.
     Atenea, la diosa protectora de los griegos, queriendo
     acallarlo, hizo que dos monstruosas serpientes mataran a
     él y a sus hijos.
     Miguel Ángel admiró la estatua apenas descubierta,
     que había permanecido en el olvido por mil años y de
     ella recibió gran influencia. En el grupo escultórico, el
     sacerdote, desnudo, se muestra sedente sobre el altar
     (en la antigüedad la desnudez era símbolo de pureza).
     También los ángeles de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina
     se presentarán desnudos, pues son Puros Espíritus.
     El artista se sintió muy impresionado e inspirado por la
     potencia de esos músculos tensos, en la tentativa de alejar
     a las serpientes y por el intenso sufrimiento del rostro que
     expresa no sólo el dolor físico provocado por la mordedura,
     sino que un sufrimiento interior. El sacerdote troyano no
     puede aceptar idea de que los dioses estén contra él,
     que cumple con su deber buscando salvar la ciudad.
     No hay que omitir, inmediatamente después del Patio
     Octágono, el Torso del Belvedere, original griego del
     siglo I a.J.C.
     En la Galería de los Tapices, entre los tapices hechos
     sobre cartones de la escuela de Rafael, el más interesante
     por su asombrosa perspectiva, es el que representa la
     Resurrección. Pasando delante de este tapiz (de gran
     tamaño), obsérvese que los ojos del Cristo resucitado nos
     siguen, lo mismo que su brazo derecho y, es más, hasta
     la larga laja tumbal parece que se movieran junto con
     nosotros. Cuando nos encontremos del lado opuesto del
     tapiz veremos, con gran asombro, que la figura de Jesús,
     antes apoyada sobre la parte derecha de la piedra, ¡ahora
     está apoyada sobre la izquierda!

       Museo Pío-Clementino,
       Agesandro, Atenodoro y Polidoro,
       grupo del Laocoonte
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